CUENTO LA HUMILDAD
CUENTO DE LA HUMILDAD
AUTOR: PEDRO PABLO SACRISTAN.
La ballena
Lola era grande, muy grande, y solitaria, muy solitaria. Hacía años que no quería saber nada de nadie, y
cada vez se le notaba más tristona. En cuanto alguno trataba de acercarse y
animarla, Lola le daba la espalda.
Muchos pensaban que era la ballena más desagradable
del mundo y dejaron de hacerle caso, a pesar de que la vieja Turga, una tortuga marina de
más de cien años, contaba que siempre fue una ballena buena y bondadosa. Un
día, Dido, un joven delfín, escuchó aquella historia, y decidió seguir a Lola secretamente. La descubrió
golpeándose la boca contra las rocas, arriesgándose frente a las grandes olas
en la costa y comiendo arena en el fondo del mar. Nadie lo sabía, pero Lola
tenía un mal aliento terrible porque un pez había quedado atrapado en su boca, y esto la avergonzaba tanto que no se atrevía a hablar con nadie.
Cuando Dido se dio cuenta de aquello, le ofreció su ayuda, pero Lola no quería
apestarle con su mal aliento ni que nadie se enterara.
- No quiero que
piensen que tengo mal aliento -decía Lola.
- ¿Por eso llevas apartada de todos tanto tiempo? -respondió Dido, sin poder
creerlo.- Pues ahora no piensan que tengas mal aliento; ahora piensan que eres
desagradable, aburrida y desagradecida, y que odias a todos. ¿Crees que es
mejor así?
Entonces Lola
comprendió que su orgullo, su exagerada timidez, y el no dejarse ayudar, le había creado un problema todavía mayor.
Arrepentida, pidió ayuda a Dido para deshacerse de los restos del pez, y volvió
a hablar con todos. Pero tuvo que hacer un gran esfuerzo para ser aceptada de
nuevo por sus amigos, y decidió que nunca más
dejaría de pedir ayuda si de verdad la necesitaba, por muy mal
que estuviese.
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