EL DIFÍCIL ARTE DE EDUCAR.

 

   

EL DIFÍCIL ARTE DE EDUCAR.

Educar según la Real academia Española, es:

“Desarrollar las facultades intelectuales, morales y afectivas de una persona de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenece”.

 

Y si la definición se hace un poco compleja, llevar el concepto a la realidad se hace un reto, sobre todo cuando los sujetos de educación, deben ser nuestros propios hijos,

 

Sentimientos encontrados se presenta al llevar a la práctica el gran reto que la naturaleza  nos ha encomendado.

 

Es por esto que además de ejercitar una excelente comunicación es muy importante establecer normas claras que nos permitan enseñar a nuestros hijos lo que esperamos de ellos y ayudarlos a formar su propio criterio.

 

La disciplina proporciona al niño elementos para autorregular su conducta y formar hábitos que le serán útiles durante toda su vida. Al respetar reglas nos ponemos limites a nosotros mismos, lo que nos hace autónomos y libres.

 

Los límites se establecen en función de nuestros valores y principios, de las circunstancias que vivimos, de la edad y características de cada uno de nuestros niños y del estilo de convivencia que queremos como familia.

 

Elemento indispensable de educar es la coherencia, pues es la forma en que el niño percibe, por medio de los actos la relación de los conceptos que les inculcamos, es por esto que como padres debemos de cuidar que lo que se defina como un principio o regla sea respaldado por nuestras acciones.

 

Los niños perciben claramente cundo nuestro “NO” significa “quizá”, “a lo mejor”, ”probablemente”, lo que les hará dudar y no estarán seguros de lo que les estamos pidiendo y pondrán a prueba nuestros límites, convirtiendo la relación familiar en una guerra de poder, pero cuando ellos interpretan que un “NO” es definitivo, tendrá las certeza de que los límites son firmes dándoles la seguridad de una determinación incuestionable.

 

Hay padres que educan autoritariamente, por lo tanto, sus límites son inflexibles y sus métodos son castigos severos y poco respetuosos,  en esta situación el miedo puede ser un medio efectivo de control, pero nada efectivo para enseñarle al pequeño a solucionar sus problemas de manera independiente, lo cual no promueve responsabilidad ni autocontrol. Además se corre el riesgo de humillarlo y herirlos profundamente generando personas, retraídas, tímidas y fáciles de manipular.

 

En otros casos el estilo permisivo que represente el otro extremo, los métodos son respetuosos sólo en apariencia, porque en realidad no se promueve con firmeza el acatamiento de límites, Aquí los padres entran en eternas negociaciones en las que terminan cediendo por cansancio o estallando en aquella furia autoritaria de la que quería apartarse, generando personas soberbias y autoritarias, incorregibles.

 

Lo mejor es hacerse respetar, con firmeza, los límites establecidos, utilizando métodos que no lesionen la integridad e identidad de nuestros hijos, no buscar reprimir y castigar sino enfrentar al niño con las consecuencias de sus actos.

 

Los actos tienen consecuencias y si fallamos en nuestras elecciones o decisiones, tenemos que asumir las consecuencias de los mismos y además reparar el daño que hemos causado.

 

Algunas sugerencias para que las medidas de disciplina sean eficaces son:

 

1.- CORRECCIÓ INMEDIATA AL ACTO FALLADO. Si dejamos pasar tiempo entre un acto incorrecto y la medida de corrección el niño tal vez ni se acuerde de lo que aconteció.

 

2.- RELACIONES LÓGICAS. Correcciones de acuerdo a su capacidad de entendimiento, pues de lo contrario sólo causará frustración y duda.

 

3.- NO AGRESIÓN. Las consecuencias sirven para que el niño modifique su conducta. No se trata de agredir, ni de descalificarlo, sino de sancionar su manera de actuar.

 

4.- NO AGRAVAR CONFLICTO. Muchas de las veces las situaciones rebasan la tolerancia de los padres y en este caso, será conveniente relajarse previamente antes de sancionar.

 

5.- CLARIDAD Y CONSISTENCIA. Nos debemos de asegurar que cuando se establezca una norma debe ser clara y que ha sido comprendida por nuestros niños, de esta forma no hay confusión y el niño por si sólo estará encausando su voluntad hacia un criterio acertado.

 

6.- DARSE TIEMPO PARA REFLEXIONAR EN FAMILIA SOBRE LOS DIVERSOS PRINCIPIOS O REGLAS QUE REGIRÁN LA CONDUCTA DE LOS MIEMBROS, DE ESTA MANERA SE LOGRARÁ LA ARMONÍA Y LA BUENA CONVIVENCIA FAMILIAR.

 

Espero que estas líneas sirvan en la formación de la personalidad de los pequeños, pero parte importante del ÉXITO es que como padres de familia estemos convencidos de que  los valores y conductas acordados sean de gran beneficio para nuestros hijos, pues esto nos permitirá llevarlos a la práctica sin ninguna duda, haciendo de nuestro actuar una LECCIÓN DE VIDA.



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